jueves, junio 23, 2005

El regreso

Pues nada, que ya estoy de vuelta y que hay que ver lo bien que va esto de salir de casa, que es que cada vez que sales aprendes algo nuevo, que yo siempre digo que lo de viajar debería estar subvencionado por el Ministerio de Cultura, que aprendes más en un viaje que con el preescolar,los 6 años de primaria y los cuatro de la ESO más el bachiller.

Por ejemplo, en lo de los restaurantes.

Porque si vas a Barcelona, tú normalmente quieres comer ¿no? Pues aquí en mi pueblo vas a un restaurante y entras directamente y, si tienes la suerte de que el camarero deje ver el partido del Real Madrid en la pantalla ultra plana de plasma y 42 pulgadas que acaban de instalar en mitad del comedor, va y le dices - "Mesa para dos, por favor", y ya está, te sientas y a comer.
En Barcelona, no, en Barcelona es diferente.
Barcelona es vanguardista y se está a al última hasta para eso.

Para empezar tú no puedes tener hambre de repente y decir "Pues me voy a cenar a Tal restaurante". No, en Barcelona el hambre hay que planificarlo.

Osea, por ejemplo, tu dices "el miércoles a las 21,30 tendré hambre" y entonces vas y reservas la mesa para ese día, pero así de repente, sin previo aviso, como que no, que es que parece mentira, que no se puede ir así por la vida, sin un planing semanal ni nada.Y es que en Barcelona no encuentras sitio para cenar tan fácilmente, que hay que ver la afición que tiene la gente en Barcelona a cenar fuera de casa, que es que no sé como son.

Y luego, cuando llegas al Restaurante, va y el camarero no está viendo la tele como aquí, que al principio me pareció raro, que allí está en la puerta y tiene un pinganillo en la oreja- el pinganillo viene a ser como el manos libres de los coches, pero en camarero-, y tú no tienes que decirle nada, oye, que lo hace todo el sólito, que en cuanto te ve llegar te dice muy sonriente -"Buenas noches", y luego te pregunta "¿Desean cenar?", que eso está bien que lo pregunte que hay gente muy rara que nunca se sabe a que van a un restaurante.

Y después te dice: "¿Cuantos son ustedes?", que aunque parezca una pregunta tonta no lo es que, aunque sólo vayan dos, nunca se sabe si son los delantero centro del Betis balompié y es la avanzadilla y luego se van a presentar de repente los otros 20 más los reservas, y no veas el lío que se monta.

Y luego va y te pregunta "¿Desean que les atiendan en catalán o en castellano?" y ahí es cuando ya, antes de desmayarte de la impresión, piensas -"¡¡¡Pero que niveeeeeeeeeeeel, Maribel!!!", que es que una no está acostumbrada a estas cosas tan modernas, que en mi pueblo vienen los extranjeros a comer y como mucho les dan una carta que pone "churros y menú tudays" (sic), que los angelitos se me toman unos platos de caracoles picantes mojando los churros en la salsa que no les dices nada por no amargarles el día a los pobres.

Y una vez aclarado lo del idioma, el camarero continúa

-"¿Desean cenar arriba o abajo?"

-"Esto...arriba"

-"¿Fumador o no fumador?" ...Y si uno fuma y otro no- me pregunto- ¿que harán? ¿pondrán una mampara de cristal entre los dos?

-"Pues...no fumador"

- "¿Ventana o interior?"

...¡ Joé, que complicado!..Que, oye, que todo está muy bien y muy correcto, no digo yo que no, pero es que a la quinta pregunta ya empiezan a darte como vahídos y piensas que ójala te hubieras tomado un bocata de chorizo en casa tranquilamente, que una no está acostumbrada, que una en el pueblo lo más que puede elegir es entre tinto de verano o cerveza y ya decidir eso es un esfuerzo, que con tanta pregunta al final no sabes si has ido a cenar o a examinarte de la Selectividad.

Y cuando ya tiene todos los datos entonces va y dice por el pinganillo

-
"Mesa para dos, no fumador, en catalán, arriba y ventana"

Y tú subes por la escalera con la desagradable sensación de que ese hombre tiene ya más información tuya que el Ministerio de Hacienda.

Y arriba otro camarero, que también lleva pinganillo, te espera ya muy sonriente y te dice "Por aquí" y te lleva a una mesa para dos, no fumador, arriba, junto a la ventana, y entonces va y por fín te sientas.

Y te traen la carta -en catalán como has pedido- y no te atreves a preguntar nada por si acaso te vuelven a hacer preguntas. Así que te quedas sin saber si "les alberginies farcides de bacallá" llevan cebolla o nueces caramelizadas.

Ah! y cuando por fín te decides y pides, nada de gritar eso de "¡¡Manoloooooooo, tres de patatas bravas y una de ajoaceiteeeeeee!!". No. Eso está anticuado y además es de mal gusto.
Aquí, maravillas de la técnica, lo que usan es el pinganillo para pedir las patatas bravas a cocina y una PAD para anotar el pedido, que una se queda así como alucinando, que piensa que como no se le había ocurrido que un pinganillo y una PAD podían usarse para esas cosas, que una es una antigua y que para algo se ha inventado la tecnología.

La verdad es que no hay como salir para ponerse al día. Y tengo que reconocer que lo de cenar en Barcelona es un poco más complicado que en mi pueblo pero, eso sí, queda todo mucho más discreto y le da un punto como más cool.